La arena es suave y fina, como si nunca hubiera sido pisada. Las aguas son turquesas de un color cristalino, purificantes y buenas para la salud pues te dejan relajado, pues auntiguamente algunas sacercotisas viajaban a esa isla para bañarse y purificar su alma y cuerpo.
Nada más acabar la limpia playa, empieza la zona de selva, una zona de lo más salvaje y virgen. La selva se extiende por la mayor parte de la Isla y es muy fácil perderse en ella.
Gran torre del faro que se encuentra abandonado y ruinoso. Cuentan que está maldito pues hay noches en que la luz del faro se enciende y sigue funcionando como tal hasta el alba.